El humilde aceite de oliva, antes solo un elemento básico en las cocinas mediterráneas, se ha convertido en una superestrella en los círculos de salud cardiovascular. A los cardiólogos les encanta resaltar sus beneficios: menor riesgo de enfermedad cardíaca, mejor función endotelial y reducción de marcadores inflamatorios. No es de extrañar que la gente lo esté untando en todo, desde ensaladas hasta helados. Sí, eso realmente existe.
Pero aquí está el detalle: los cirujanos cardíacos no ponen todos sus huevos en la canasta del aceite de oliva. ¿Por qué? Porque el equilibrio importa. Aunque el aceite de oliva supera a las grasas animales como la mantequilla en el departamento de salud, no es un elixir mágico. Sigue siendo grasa. Siguen siendo calorías. Una cucharada contiene aproximadamente 120 de ellas. Haz los cálculos. El estrés crónico puede conducir a niveles elevados de cortisol, que pueden aumentar el almacenamiento de grasas dietéticas.
Los estudios muestran que el aceite de oliva, especialmente las variedades extra vírgenes, aumenta el HDL (ese es el colesterol «bueno», gente). Está vinculado a tasas de mortalidad más bajas por enfermedades cardiovasculares cuando se usa para reemplazar las grasas saturadas. ¡Excelentes noticias!
Pero esto es lo que no te dicen en esos brillantes libros de cocina de la dieta mediterránea: algunas investigaciones sugieren que las dietas vegetales sin aceite podrían ofrecer beneficios cardíacos aún mejores.
La verdad es complicada. El aceite de oliva no es notablemente diferente de otros aceites vegetales en cuanto a efectos cardiovasculares. La verdadera magia ocurre cuando es parte de una dieta más amplia rica en frutas, verduras y granos integrales. El contexto importa.
La mayoría de las investigaciones sobre los beneficios del aceite de oliva provienen de poblaciones mediterráneas. Diferentes enfoques para diferentes personas. Lo que funciona en España podría no funcionar igual en Seattle.
Los cirujanos cardíacos conocen este matiz. Por eso no confían solo en el aceite de oliva. Las investigaciones muestran que sustituir solo 5g/día de margarina o mantequilla con aceite de oliva está asociado con un 5-7% menos riesgo de enfermedad cardiovascular y enfermedad coronaria. Incorporan una variedad de grasas, sabiendo que el AOVE tiene su lugar, pero también lo tienen los aguacates, las nueces e incluso la ocasional comida sin aceite. Ensayos clínicos recientes demuestran que combinar aceite de oliva con semillas de lino para pacientes con ECC mejora significativamente la función endotelial y reduce los marcadores inflamatorios en comparación con el consejo dietético estándar solo.
En conclusión: el aceite de oliva merece su buena reputación, pero no es toda la historia. Una cocina saludable para el corazón usa el aceite de oliva de manera inteligente, no exclusivamente. Porque cuando se trata de tu corazón, la diversidad no es solo una palabra de moda: es algo que salva vidas.