¿Cuándo llegará finalmente una verdadera cura para la diabetes Tipo 1? El panorama actual de tratamiento gira en torno a la insulina—inyecciones, bombas y lapiceros inteligentes que ayudan a los pacientes a controlar los niveles de azúcar en sangre.
Pero seamos realistas: controlar no es curar. Los pacientes siguen encadenados al monitoreo constante, cálculos de dosis y el temor omnipresente a las complicaciones.
Sin embargo, los científicos no están quietos. Los sistemas de páncreas artificial combinan el monitoreo continuo de glucosa con la administración automatizada de insulina—tecnología bastante sofisticada que imita lo que un páncreas sano hace naturalmente.
Tecnología que imita el diseño de la naturaleza—dispositivos inteligentes pensando como un páncreas para controlar lo que el cuerpo no puede.
Aún no es una cura, solo un mejor parche.
La verdadera emoción está ocurriendo en otro lugar. La terapia con células madre muestra una promesa seria. Los investigadores están convirtiendo células madre pluripotentes en células beta productoras de insulina—las mismas células destruidas en la diabetes Tipo 1.
Estas podrían potencialmente restaurar la producción natural de insulina. Sin necesidad de insulina externa. Un cambio revolucionario.
Los trasplantes de células de islotes ya funcionan, más o menos. Pueden restaurar la función natural de la insulina, pero ¿encontrar suficientes células donantes? Una pesadilla.
¿Y los inmunosupresores requeridos? No es exactamente un paseo por el parque.
Las técnicas de terapia génica podrían ofrecer otra ruta, reprogramando células para que produzcan insulina por sí mismas. Mientras tanto, se están investigando medicamentos como la harmina por su capacidad para regenerar células beta. La Encapsulación de Células Beta representa otro enfoque prometedor que protege las células productoras de insulina recién generadas de los ataques inmunes.
El cuerpo reparándose a sí mismo—imagina eso.
Los ensayos clínicos avanzan rápidamente. Los niños y adultos que participan en estudios hoy podrían beneficiarse de tratamientos revolucionarios mañana.
La colaboración internacional está acelerando el progreso. El dinero también ayuda.
La tecnología de monitoreo sigue mejorando junto con las opciones de tratamiento. Las aplicaciones móviles rastrean todo. Los dispositivos portátiles hacen que el manejo sea menos pesado.
Los algoritmos de predicción ayudan a prevenir peligrosas fluctuaciones del azúcar en sangre.
Pero persisten las cuestiones éticas. ¿Quién obtiene acceso primero a estos tratamientos de vanguardia? ¿Serán asequibles?
¿Cómo garantizamos la seguridad sin frenar el progreso?
Para los 1.6 millones de estadounidenses que viven con diabetes Tipo 1, estas no son preguntas abstractas. Están esperando el día en que «controlar» se convierta en «curado»—cuando la dependencia de la insulina se convierta en historia médica.
La diabetes Tipo 1 es sustancialmente diferente de otras formas de diabetes ya que es un trastorno autoinmune donde el cuerpo ataca sus propias células pancreáticas.
Ese día podría estar más cerca de lo que pensamos.